Honda: ¡Entre peces y leyendas!
por Edith Amalia Cubillos Cubillos
En medio de la gran diversidad biológica y cultural del país, el río Grande de la Magdalena ha sido factor determinante en la construcción del territorio. Reconocido con varios nombres, entre ellos, el “río de las tumbas”, “Yuma, el río amigo”, “Arli, río del bocachico” y “Guacayo”, con sus 1540 km, atraviesa de sur a norte la geografía colombiana y constituye la principal arteria fluvial de Colombia
Un recorrido por sus aguas, real o imaginario (como se puede hacer cuando se visita el Museo del Río Magdalena en donde se representa un río-memoria habitado por diversos grupos humanos, cuyo rostro este museo desea hacer visible) permite generar una conexión con el pasado histórico de la Nación y evidenciar al río como vía de comunicación, eje de comercio, escenario de batallas y expediciones, y lugar para el nacimiento de nuevas culturas.
Hoy en día prevalecen la fuerza de sus aguas y la colorida cultura de los pescadores, quienes afirman, sin temor a equivocarse, que “el río tiene mucha historia” y que “el desarrollo del pueblo se lo da el pescador”. A pesar de lo anterior, manifiestan que su cultura y economía se han visto afectadas por los impactos negativos de las represas, el olvido sistemático por parte del Estado y la falta de apoyo a sus proyectos, lo que ha complicado bastante, en los últimos años, su situación.
Pese a ello resisten y en su lucha se asocian y capacitan, buscando transmitir su legado y continuar con sus tradiciones, entre las que se destacan curiosas leyendas, que forman parte del folclor colombiano, como: “la llorona”, “el hombre caimán” y la “patasola”, esta última más vigente que nunca, ya que representa la naturaleza herida por los seres humanos.
Los pescadores coinciden en que “gracias al Museo del Río se está rescatando la cultura”; e invitan a visitar esta hermosa `ciudad de los puentes´, donde además se puede degustar una deliciosa gastronomía en la que el principal producto es el pescado fresco, proveniente del trabajo de los pescadores artesanales cuya actividad ha sido postulada como patrimonio cultural inmaterial de la nación colombiana.
[1] El cual nace en el Macizo Colombiano a 3685 msnm y desciende raudo entre las cordilleras Central y Oriental de Los Andes colombianos.
