Kasaguadua (o la experiencia de conservar un bosque de nubes)
por Valentina Cano Giraldo
Kasaguadua es una Reserva de la Sociedad Civil, incrustada en la cordillera central, a pocos kilómetros del casco urbano de Salento; que protege en sus seis hectáreas, según las palabras de sus custodios, un maravilloso “bosque de nubes”. Se trata -científicamente hablando- de un bosque muy húmedo montano bajo, que alberga especies arbóreas como yarumo, guadua, guamo blanco, cedro negro y palma de cera (especie de la que posee unos 70.000 juveniles que en su edad adulta podrán llegar a crecer hasta 70 metros) y es también el hábitat de especies de fauna como: guatin, zorro plateado y comadreja gigante, entre otras.
Sus propietarios Carlos Díaz y Nicholas Panayiotou, y posteriormente William Cañón, entendiendo la importancia de proteger la biodiversidad que alberga este rincón de Colombia, le dieron vida a este refugio buscando así contrarrestar la influencia de los grandes monocultivos forestales y modelos de producción tradicionales, que han generado la fragmentación de los bosques y la segmentación de corredores biológicos, impidiendo el libre desplazamiento de muchas de las especies que habitan la región andina.
De esta forma, a través de un proceso de restauración y conservación de los ecosistemas naturales, ecoturismo y educación ambiental, han logrado darle forma a un proceso que demuestra que tiene sentido apostarle a la constitución de áreas protegidas privadas en Colombia, a pesar de los constantes retos a los que se enfrenta esta iniciativa, que algunas veces involucra a sus propios vecinos y otras veces -incluso- a las autoridades ambientales.
Es así como Kasaguadua enseña que pequeños procesos de conservación que incorporan aproximaciones innovadoras, pueden ser una adecuada respuesta ante una sociedad que violenta su entorno. Demostrando, con su ejemplo, que es posible una respuesta no convencional al turismo, que respete la capacidad de carga del bosque y le otorgue al visitante una experiencia donde es posible disfrutar del senderismo, avistamiento de aves y alojamiento en contacto con la naturaleza, generando un mínimo impacto en los ecosistemas.