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por Sandra Lorena Díaz Angarita

José Orlando Velasquez, el custodio del Bosque de Mariquita

En la voz apaciguada de José Orlando Velásquez, la historia de la Real Expedición Botánica va cobrando vida. Aparece recitada como una fábula, como un recorrido por la historia en la que van apareciendo, casi que por arte de magia, los protagonistas que recorren y recorrieron en el pasado el Bosque de Mariquita. Y es que José Orlando habla en prosa, porque no se está refiriendo a un tema banal, sino a su historia de vida.

Mientras cuenta sus proezas encontrando especies perdidas, sus ojos parecen recorrer el espacio y el tiempo, como filminas o diapositivas que lentamente van iluminando su rostro. Con sus palabras y su cadencia particular, logra que quienes lo escuchan puedan imaginar con facilidad cada uno de los pasos recorridos, y el palpitar de su corazón al encontrarse con una Ceiba Macondo, con una Brownea Leucantha, con una Orquídea Casco, una Passiflora Mariquitensis o con una Aristolochia. 

Con su relato logra a la vez transmitir la preocupación y nostalgia que le genera el hecho que la Reserva Forestal, creada en 1960 con 637 hectáreas, ya no sea la misma; ya que ha venido cediendo poco a poco sus fronteras, presionada por la invasión de pobladores y políticos cuya concepción de territorio ha relegado todos los esfuerzos, que tanto José Orlando como otros pobladores de Mariquita han realizado a través del tiempo.

A través de ellos, la historia de la conservación del Bosque de Mariquita, permite cuestionarnos (como lo hacían las fábulas, cuando éramos niños) diferentes aspectos como: ¿qué nos mueve o motiva con semejante pasión? ¿cuáles son nuestros aportes al territorio que habitamos? ¿cuáles son los límites que no se deben traspasar? ¿cuál es nuestra noción de frontera?

En una sola noche, las historias y las filminas de José Orlando dejaron impregnadas varias premisas aleccionadoras sobre el arraigo y sobre lo que suscita proteger, desde el corazón, nuestro territorio natural. 

[1]  Por medio de la Resolución ejecutiva 1240 de 1960 del Ministerio de Agricultura fueron declaradas las quebradas “El Peñón” y “San Juan” del municipio de Mariquita, como Zona Forestal Protectora, con el objetivo de proteger el agua que abastece al municipio y, por ende, a la agricultura. De esta resolución se desprende la protección al denominado “Bosque de Mariquita”.

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